Si pretendemos definir el libro de James Ross (editado por Sajalín) en una palabra, podemos perfectamente hacerlo con una: sórdido. Sin duda, la novela de Ross tiene un cierto valor literario desde un punto de vista, probablemente, antropológico; los personajes se rascan, escupen, comen y beben, hablan tediosamente; se relacionan en definitiva, delante del lector como si éste estuviera observando y tomando apuntes de una taberna cualquiera y de un pueblo cualquiera para aprender las costumbres de la "tribu" y escribir un ensayo sobre los nuevos descubrimientos.
Esta novela evoca polvo, suciedad, escorbuto, "mediasbarbas", hombría y sovaqueras olorosas... probablemente hubiera sido mejor colocar el epílogo como prólogo para realzar, tal vez, el valor del texto.
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